1. La salida de emergencia

Como su padre había tenido cáncer de colon hacía unos años(1), Mr. Ostomer se propuso hacerse una colonoscopia cuando cumpliera los cincuenta. Se lo propuso tan en serio y con tanta fuerza que solo se le fue la pinza dos años y se la hizo a los cincuenta y dos.

Estaba todo perfecto, así que se quedó muy tranquilo. No obstante había oído que había que hacerse esa prueba cada tres años más o menos, así que se emplazó a sus cincuenta y cinco para repetírsela.

Por lo que sea lo hizo a los cincuenta y seis, y entonces sí; entonces le vieron un tumor de unos tres centímetros de diámetro en la cara interior del colon.

Todo sucedió muy de prisa, todo el mundo fue muy diligente, y en un mes Mr. Ostomer se vio así:

¿No lo veis bien aunque cliquéis la imagen? Pues os lo explico yo: Eso rojo es una bolsa de plástico recubierto de un tejido no hostil al tacto. Vamos por partes.

Normalmente, cuando hay un cáncer en el intestino se corta el trozo afectado (se "corta por lo sano", dejando margen por ambos lados para extirpar con seguridad todo lo que podría ser zona contaminada), y se vuelve a unir el tubo, de manera que el paciente acaba con quince o veinte centímetros menos de longitud y eso no le afecta en nada.

0. Presentación

A Rosalía Bengoechea (@Lia_Bengoechea),
con quien ayer tuve una conversación privada
en Twitter que me terminó de decidir.


Hola, soy Troy McClure, y tal vez me conozcan... No, venga, en serio: Soy José Ramón Hernández Correa y tal vez me conozcáis del blog ¿Arquitectamos locos? y de mis meteduras de pata en Twitter, donde soy @arquitectamos.

Más de una vez (y más de diez, y de veinte) he pensado contar una particularidad que tengo en mi anatomía e incluso en mi fisiología (en España somos unos 70.000), pero no he terminado de atreverme, y no porque me dé vergüenza (¿vergüenza de qué? Como decía mi madre: "Vergüenza de un mal hecho"), no, vergüenza ninguna, sino porque me daba la impresión de que era una forma facilona e incluso algo innoble de buscar atención, de pedir casito. Y eso sí que me parece mal: contar intimidades para conseguir aprobación y simpatía (aunque la verdad es que lo hago a menudo en mi otro blog y en Twitter, pero con este tema, no sé por qué, no me he metido nunca).

4. La fastidiamos

No es que esto sea lo habitual, ni mucho menos, pero a veces pasa: Está Mr. Ostomer tan tranquilo haciendo lo que sea y de repente nota un o...